Capítulo 17: Judas



—¡Para, para, para!
Intenté alejar a Ciaran de mi cuerpo, pues volvía a acelerarse. Él ascendió de nuevo y nuestras bocas se encontraron.
—Lo siento —se disculpó, mientras mordía mi labio inferior—. Es que tenía tanas ganas…
No pude evitar sonreír; yo también había tenido ganas de que llegase ese momento.
Había pasado una semana desde la primera vez que nos besamos, así que volvía a ser miércoles. A primera hora había estado reparando goteras y como después tenía tres horas libres sin contar la comida, habíamos quedado en su habitación después de que él terminase su turno en el taller a las doce.
Le empujé hacia la cama y, en cuanto él cayó en el bordillo, me senté a horcajadas sobre su regazo y continué besándolo.
Para mi sorpresa, solíamos llevar nuestros escarceos con bastante naturalidad: quedábamos en las horas muertas, nos liábamos para descargar tensión, charlábamos un rato, volvíamos a liarnos y después regresábamos a la rutina.
Al principio se me hacía raro besarlo, como si se me hubiera olvidado el mecanismo desde la última vez que lo hice en aquella celebración de cumpleaños, pero luego me dejaba llevar y me resultaba curioso descubrir cómo mi cuerpo respondía ante sus caricias, cómo a veces parecía que él me entendía mejor que yo misma. Aunque, según Ciaran, a él también le resultaba curiosa yo.
—Uf, nunca antes me habían hecho sentir así… —gemía cuando le besaba el cuello.
—No sé, simplemente me dejo llevar…
—¡Tú déjate llevar cuanto quieras, cariño!
Sin embargo no teníamos aún la suficiente confianza como para dejarme llevar por completo.
En verdad, nuestra relación era puramente físico-química, nada emocional. Aunque seguramente ahora estaréis pensando: “los sentimientos también son química”. ¡Aj! Me habéis entendido, y Ciaran y yo lo dejamos muy claro desde el primer momento:




—Guao. Eres la chica que mejor me ha besado en toda mi vida —exclamó Ciaran con una sonrisa de atontado en la cara una vez nos separamos.
La sala común se había llenado de júbilo tras las campanadas, pero yo notaba amortiguado el sonido por los latidos de mi corazón.
—Tampoco es que hayas besado a muchas antes que ella —apuntó su hermana, también sonriente—. Además, viendo cómo está el Alter Ego de su churri no es de extrañar que ella bese bien.
—Eso no tiene ni piesss ni cabeza. Mírame a mí. ¿Acaso parezco lo bien que beso?
—Calla, Zoon, y bésame —Taylor lo volvió a empujar hacia ella para que la besase.
—¿Y tú por qué no me besas, Max?
—Tú paraste el beso para ver a estos… Además, estoy pensando en ir a un lugar más tranquilo, ¿te vienes?
Mia bajó la vista a sus pantalones, sonrió y se levantó como un resorte.
—¡Claro!
En un abrir y cerrar de ojos se introdujeron por uno de los pasadizos.
—Nosssotros también nosss vamosss…
Zoon y Taylor tomaron el túnel que supuse que conducía a los laboratorios. Así, sólo nos quedamos Ángela, Ciaran y yo.
—Ehmm… ¿Te apetece… ir a un lugar más tranquilo? —le pregunté.
Ángela puso los ojos en blanco y se marchó a otro grupo, malhumorada. Ciaran me dedicó una sonrisa de niño al que le acaban de regalar el mejor regalo de su vida.
—Por supuesto.
Prácticamente corrimos por los pasillos hasta llegar a su dormitorio. Una vez dentro, Ciaran cerró la puerta y lo empujé contra ella. Me puse de puntillas y antes de rozar mi boca con la suya le susurré:
—Ehmm, Ciaran… Antes de que sigamos… No siento nada por ti, no más allá de amistad, ¿entiendes?
—Descuida, ni yo por ti —me dedicó una sonrisa tranquilizadora—. Nada más aparte de que me caes genial y eres súper atractiva, entiéndeme. Pero no estoy enamorado de ti. Me gustas. Y aunque no sintamos más allá de lo físico podemos besarnos igualmente, ¿no?
—¿Y si me ofende esa idea? —Me aparté, recordando lo mal que lo había pasado después de mi beso con Andrew.
—Hace dos minutos no parecías ofendida. ¡Pero si no te parece correcto entonces no nos besamos más! —Hizo ademán de volver a abrir la puerta, y en un acto reflejo lo detuve—. Lo que quieras, eh. Es tan simple como hacer lo que nos apetezca cuando nos apetezca.
—Siempre hay algo de responsabilidades.
Se movió hacia mí y me abrazó.
Carpe diem —susurró a mi oído.
—Pero yo sí tengo sentimientos. Hacia…
—Él está en el Otro Lado, Crystal. —Cambió de oreja, y su roce provocó que me recorrieran escalofríos, de manera que no pude evitar que un suspiro se escapase de entre mis labios—. Pero siente lo que quieras… Ya te he dicho que no busco nada más que la atracción física.
—Tienes razón. —Al escuchar mis palabras me giró para ser él quien me empujase suavemente contra la puerta—: ya habrá tiempo para encontrar al amor.
Nos volvimos a besar, y a partir de ese momento su contacto se convirtió en una vía de escape para mí.



En mi lado seguramente no habría aceptado llevar tal relación. ¡O quizás sí! No sé… Ya me hartaban mis sentimientos hacia Eithan. Quería crecer. Quería hacerme fuerte. Ciaran era perfecto para ello. Despreocupado. Alegre. Una chispa de alegría en aquel súmmum de oscuridad y tristezas.
A Ada le resultó indiferente nuestra relación, aunque seguía echando chispas por los ojos cuando veía a su hijo con Mia —Corolario: el problema radicaba en la relación de Max y Mia, no en que la gente del complejo se diera el lote—. Ah, y hablando de Maximillian… Por las noches seguía encontrándome con él en las celdas, y así aprovechaba y veía también a Athan, aunque éste solía estar dormido (o haciéndose el dormido) y nunca nos dirigía la palabra.
—¡Para, para, para! —regresé a la realidad; Ciaran había introducido las manos debajo de mi camiseta e intentaba deshacerme de ella mientras nos besábamos.
El chico murmuró una maldición, pero me hizo caso y se detuvo. No sé por qué pero me entró la risa, así que me eché a un lado y terminé tumbada en el colchón aguantándome la tripa.
—¡Cris, no seas mala! —me reprendió, si bien de verme reír también se le contagiaron las carcajadas.
—Lo… siento —Fue mi turno de disculparme. Me sequé las lágrimas de las comisuras de los ojos y volví a incorporarme—. Eh, perdona, ¿vale? Ya sabes que voy a mi ritmo.
El chico suspiró y se dejó caer a mi lado.
—Es que me apetece dar un paso más allá de los besos y los magreos por encima de la ropa, ¿entiendes?
Asentí con la cabeza, pensativa.
—Te entiendo. Pero tendrás que esperar un poco más, por favor.
Ciaran también asintió. Se giró para quedar tumbado de medio lado y doblando el brazo se sostuvo la cabeza en una mano.
—Esperaré.
Le devolví la sonrisa.
—Gracias.
—No las tienes que dar.
—Ah, y me gusta que me digas lo que te apetece. —También me moví para quedar de medio lado—. Yo también te lo diré, y si a ti te apetece, ¡perfecto!
Se inclinó hacia delante en busca de mi boca; lo recibí encantada. Aceleramos un poco el ritmo y me empujó para que quedase completamente tumbada y él se situó encima, con cuidado de no hacerme daño. Enredó entre sus dedos mis trenzas y tiró de ellas para que expusiera mi cuello; lo devoró con lentitud y me retorcí de placer bajo su cuerpo.
—¿Sabes lo que ahora me apetece? —me preguntó, arrojando la voz sobre el hueco de mi garganta.
—Huuummm… ¿El qué?
—Soltarte el pelo.
Volví a reírme.
—¡Hazlo!
Me levantó y cambiamos de nuevo de posición: se volvió a sentar en el borde y me colocó sobre sus rodillas, de espaldas a él. El primer obstáculo con el que se encontró fueron las gomitas de los extremos, aferradas a mi pelo trenzado con varias vueltas. Como vio que era casi imposible soltarlas con los dedos sin hacerme daño, alcanzó una cuchilla de su mesa con la que solía afeitarse y las rompió. ¡Menos mal que tenía miles en una cajita! Después noté cómo desentrelazaba los mechones de mi pelo lentamente, y sentí algo en el ambiente completamente nuevo, una especie de tensión.
—Tienes un pelo precioso, Crystal…
Curiosamente, aquella era la escena más íntima que habíamos vivido.
—Ciaran…
Cuando mi melena rubia quedó completamente liberada, me sentí completamente desnuda. Ciaran se dedicó a peinarla lentamente con los dedos, masajeándome el cuero cabelludo de vez en cuando. Gemí. Al darse cuenta de las reacciones que estaba provocando en mí, me la apartó el pelo a un lado y me preguntó al oído mientras me abrazaba desde atrás:
—¿Puedo quitarte la camiseta?
Vale, minutos atrás le había dicho que no, pero ahora la situación era completamente diferente, así que asentí.
Me quitó la camiseta.
—¿Puedo quitarte también… esto? —se refirió a la banda con la que las mujeres solíamos cubrirnos el pecho para que no nos hiciéramos daño durante nuestras actividades diarias.
—Yo… —dudé.
—Vale. Vayamos con calma, disculpa. —Noté que se alejaba un momento de mí—. ¿Me quito yo también la camiseta?
—Lo que quieras —sonreí; no me atrevía a girarme.
Oí el sonido de la tela alejándose de su piel, y después el calor de su torso desnudo contra mi espalda me estremeció. Ciaran rodeó mi cintura con sus brazos, afianzándome, y comenzó a besarme los hombros y el cuello.
Me dejé llevar.


—Venga, chicos, con más brío…
Llevaba desde las tres excavando uno de los nuevos pasadizos.
Para la hora de la comida Ciaran y yo nos habíamos reunido con el resto del grupo; como siempre Zoon nos había picado para que le contásemos los detalles de nuestra relación y nos guiñaba el ojo verticalmente, Ángela estaba desaparecida en combate y Max enfurruñado porque su madre no le había permitido acompañarla para la ejecución de Athan. Como Mia estaría ocupada dando clase a los niños junto con su hermano, le propuse que para no parecer un alma en pena me acompañase en mi tarea. ¡Así que ahí estábamos! Codo con codo, picando la tierra, con mascarillas tapando nuestras bocas para evitar respirar el polvo que levantábamos y afianzando lo mejor posible la pared con maderos.
—¿Sabes que ayer le –clap-clap-clap- una Última Cena a –clap-clap-clap?
—¡No te oigo, Max!
Su voz había quedado amortiguada por los golpes y por la propia mascarilla.
—¡Que ayer le propusieron al preso una Última Cena!
Una sensación helada me recorrió. ¿Qué habría pedido Athan para cenar por última vez? ¿Acaso sería algo parecido a lo que pediría mi Eithan?
—¿Y qué –clap,clap?
—¿QUÉ? ¡No te he oído!
—¡Que qué respondió! —repetí.
—Ahhhh. —Un brillo extraño destelló en sus ojos—. Te pidió a ti.
What?
Casi se me cayó el pico de entre las manos.
—¿Estás bien, Crystal? —me preguntó una mujer que estaba a mi lado, sin haber oído una sola palabra de nuestra conversación.
—Sí, sí, tranquila Jocelyn…
Agarré con determinación el mango de madera y, como con fuerzas renovadas, descargué el pico contra la piedra. Lo cierto es que me encantaba aquel tipo de ejercicio físico; en el tiempo que llevaba en aquel mundo, ya casi un mes, había crecido y ganado músculo, rapidez, resistencia y agilidad. ¡Aquello era como el ejército!
—¿Y qué le respondió a Ada?
Max también había continuado con su trabajo.
—Que nunca traicionaríamos a uno de los nuestros.
Algo se ablandó dentro de mi corazón. ¿De verdad había dicho eso la jefa? “Uno de los nuestros”… O sea, que ya formaba parte de aquel grupo de personas.
—Gracias —murmuré, aunque dudaba mucho que me hubiera oído con tanto ruido alrededor.
Pasaron varios minutos antes de que Max y yo volviéramos a intentar hablar por encima del ruido.
—¡¿Y qué tal con Ciaran?!
—Vaya, te pareces a Zoon…
—¿Qué?
—Nada, nada… ¡Bien! —Miré un momento el reloj. 16:32. ¡Aún faltaba para que nos volviéramos a ver—. ¡¿Y tú con Mia?!
Se encogió de hombros.
—¡Sin más!
—Bueno, se ve que está muy –clap-clap-clap.
—¿Qué?
—… ¡Enamorada!
Esta vez fue el turno de él de detenerse.
—¿Ah, sí?
Yo también me detuve, confusa. ¿En serio no se había dado cuenta ni lo habían hablado?
—Ehhhm… sí. No sé. A ver, ella no me ha dicho nada. Sólo digo lo que veo.
—Ah.
Frunció el ceño y continuó picando. Lo detuve.
—¿He dicho algo malo?
—No, no… Sólo que tengo que hablar con ella.
Fuck. No era mi intención inmiscuirme en su vida privada, y empezó a entrarme pánico por si acababa de meter la pata.
—Tranquila, Crystal. Sigamos, que los túneles no se van a excavar solos…
De vez en cuando veíamos híbridos de insectos que inmediatamente tratábamos de cazar para llevárselos a Zoon, y entre ellos se encontraba la extraña escolopendra con la que me topé en mi primer desayuno en el complejo. Me ponía nerviosa sus miles de patas, el repiqueteo contra el suelo… Al hombre-lagarto, sin embargo, le intrigaba profundamente su capacidad regenerativa, incluso cuando la mitad de su cuerpo había sido completamente seccionado.
—¡MAX! ¡CRYSTAL!
Un grito retumbó en la entrada del pasadizo. Todos nos detuvimos.
—¿Qué pasa, Taylor?
Sus manos se tensaron entorno al pico.
—Ha ocurrido… algo… durante la… ejecución. —La pobre no podía parar de jadear después de la carrera—. Corred… al laboratorio…
No nos lo pensamos dos veces. Soltamos los instrumentos al mismo tiempo y nos quitamos las mascarillas mientras la seguíamos por el complejo en dirección al laboratorio, que por suerte estaba prácticamente al lado.
—¡Zoon!
El lugar se encontraba patas arriba y había un reguero de sangre en el suelo; sobre las mesas en las que solía hacer sus experimentos con los animales, estaban tendidos Adelaida y Vito, la primera con un disparo en el hombro y otro en el costado y el segundo con un disparo en la pierna y otro en la espalda.
—¿Qué ha sucedido esta vez?
Adelaida estaba justo gritándole a Zoon que se encargase de Vito antes que de ella, pero el hombre-lagarto se había negado y estaba forcejeando con ella para que le dejase examinar las heridas.
—Con todo el ressspeto del mundo, Ada, tú eresss más importante. —Se dirigió un momento hacia el hombre enmascarado—: No te ofendasss, colega.
—No me ofendo.
—¿Heeeey? —les llamó Max. Como siempre, la escena era surrealista.
Al girarse para prestarle atención, Zoon consiguió inmovilizar a Adelaida en la camilla. Ella apretó los dientes y pareció resignarse. Había odio ardiendo en su mirada.
—¿Mamá…?
—Roth nos ha traicionado.
Max y Taylor parecieron desencajados con la noticia.
No sé por qué, pero una parte de mí se lo esperaba. Por supuesto, no dije nada, sino que me ofrecí a ayudar a Zoon en su trabajo.
—Lávate. Hay fragmentosss de bala en las heridasss… Esto va a doler.
Mientras tanto, Vito decidió tomar el relevo en la narración de lo ocurrido:
—Habíamos subido hasta los baños abandonados con el preso. Roth lo sujetaba desde la derecha, yo desde la izquierda. Ada iba a disparar, como bien sabes. Rápido, seguro, sin palabrería. Pero justo cuando nos preparábamos para llevar a cabo la ejecución, Roth nos atacó. Si no fuera porque nosotros también íbamos armados, ahora estaríamos muertos.
—Disparaba a muerte, el hijo de… Ahhhhh, bliach.
—Pero… ¿por qué? —preguntó Taylor, pálida.
Yo ya sabía la respuesta.
—Hizo un trato con Athan, ¿verdad? Después de lo que nos dijo aquel hombre en el cementerio, sobre las puertas y los cazadores.
Ada me miró. Seguía habiendo furia y odio en sus ojos grises, pero noté un sentimiento más, algo parecido a la tristeza y a la decepción.
—Sí —me confirmó.
Max soltó el aire de golpe, haciéndose a la idea.
—Bueno, alegrémonos de que ambos continuáis con vida, y de que hemos perdido de vista a dos problemas.
—No, hijo… Los problemas acaban justo de comenzar.
Cuánta razón tenía la mujer, aunque no fuéramos a constatarlo hasta que no pasasen un par de semanas. 


13 comentarios:

  1. Creo que voy a tener que leer, con tiempo, los capítulos anteriores. Para despertar informado, captar todo el sentido de este capítulo. Y porque se me despertó la curiosidad.
    Una relación puramente física, no está mal, puede ser algo interesante.
    Besos.

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    1. ¡Hola, Demi! Me alegro de que te llamase la atención este capítulo. ¡Estaré encantada de que empieces la historia desde el principio! Cuando quieras, no hay prisa ;)
      Sí, tengo varias cosas pensadas con respecto esta relación... A ver si sigo escribiendo.
      ¡Besos!

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  2. Buenas noches , creo que soy de la opinión de Demi creo que tengo que tomarme tiempo para leer los anteriores capítulo pq prometen y mucho ..un fuerte abrazo por compartir estas joyas .

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    1. ¡Buenas, Campirela! Al igual que le he dicho a Demi, lee cuando te plazca, que los capítulos van a seguir ahí ;)
      Gracias a vosotras por leer y comentar, ¡me ilusiona tanto!
      Un besazo, preciosa

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  3. Un relato muy entretenido, con muchos personajes que acaparan toda la atención.

    Un beso grande.

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    1. ¡Hey! Me encantará que te animes a leer la historia desde el principio, Sakkarah. ¡Vuestros comentarios me ayudan muchísimo a mejorar!
      Gracias por lo de la pintura; tiene unos añitos, pero estoy orgullosa de ella *__*
      ¡Un besazo!

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  5. Veo que es un historia por capítulos y ya con el número 17 está muy avanzada. Pero de lo que he leído me parece una historia distinta y creativa. También el dibujo me parece muy bueno.

    Dulces besos y dulce fin de semana Dafne.

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    1. 17 capítulos... ¡y los que le queda! No me he parado a pensar en el tope... hum... simplemente disfruto escribiendo la historia.
      Me alegro de que te haya llamado la atención y te gustase. Si te animas a leerla desde el principio, ¡no dudes en dejar tus opiniones y críticas!
      Un besazo y dulce fin de semana también para ti, Dulce

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  6. Quiero darte las gracias por invitarme a seguirte...
    Y decirte que, si me lo permites, será un placer quedarme por aquí…
    Veo que hay mucho que leer, y, seguro, interesante…

    Bsoss, y feliz tarde!

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    1. ¡Bienvenida, Ginebra! Yo encantada de que te quedes *__*
      Muchísmas gracias por comentar,
      y a ver si me paso por el resto de tus blogs, que acabo de descubrir que tienes varios.
      ¡Besos!

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  7. Pues creo que me he perdido bastantes capítulos de esta buena historia, eres muy creativa, y lo importante no solo es que tú disfrutes escribiendo sino que nosotros también lo hacemos leyéndote, mi preciosa Dafne.

    Mil perdones por venir tan tarde a comentarte, pero estos días ando liada y poco por aquí.

    Gracias por siempre estar, preciosa.

    Besos enormes.

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    1. ¡Tranquila, María! Todos estamos a tope algunas semanas, y no tienes que pedir perdón.
      Te animo a que leas cuando quieras la historia ;) Eso sí, te aviso que desde el primer capítulo hasta este han pasado 4 años...
      Gracias a ti por tus palabras, preciosa.
      ¡Un besazo!

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