Relato juevero: Cuento de Navidad

 

Fotografía de Przemyslaw Kruk

Y G G D R A S I L

Con la llegada del invierno, el suelo de las montañas estaba dormido bajo el manto de nieve y los árboles se estremecían con el frío helador. A pesar de ello, la comitiva que formaban los habitantes de la aldea siguió subiendo por la ladera, provista de luces, gruesos abrigos de piel, fardos y mantas. Sus cánticos hacían retumbar la tierra y sus corazones...

—Abuela —susurró la niña—, ¿por qué tenemos que subir a lo más alto de la montaña?

La mujer, con el pelo blanco recogido en elaboradas trenzas y los ojos claros sombreados de negro, se agachó para contestarle:

—Para estar más cerca de los dioses.

Aquella era la primera vez que la niña asistía a la celebración del nacimiento del dios Freyr. Así que subieron y subieron, en una caminata que le pareció interminable, hasta que llegaron  a lo más alto de la montaña, donde los pulmones le dolían y le lagrimeaban los ojos. Entonces, eligieron un árbol y comenzaron a adornarlo con figuras talladas a mano y velas; la de la niña era un pequeño caballo de madera.

—Este árbol simboliza a Yggdrasil, el árbol del universo —continuó explicándole la abuela—. En su copa se encuentran Asgard, la morada de los dioses, y el Valhalla, el palacio de Odín, mientras que en sus raíces se encuentran Niflheim, el reino de la oscuridad y las tinieblas, y bajo él Helheim, el reino de los muertos.

—¿Y en las ramas se encuentran el resto de los mundos?

—Efectivamente, pequeña Astrid.  —Señaló de abajo arriba conforme los enumeraba—. Jötunheim, el hogar de los gigantes. Svartalfaheim, el hogar de los elfos oscuros y de los enanos. Vanaheim, el hogar de los vanir. Muspelhim, el mundo primordial de fuego. Midgard, el hogar de los humanos. Alfheim, el hogar de los elfos de la luz.

—¿Y puedo viajar a esos mundos? —Abrió mucho los ojos, maravillada.

La anciana se rió suavemente.

—En el caso de que encuentres el Yggdrasil verdadero, sí. Pero para ello tendrás que crecer, pequeña Astrid. Ahora, cantemos junto al resto de la aldea.

La niña le obedeció.

***

Si tuviera corazón te amaría

si tuviera voz cantaría

después de la noche cuando despierte

veré lo que el mañana trae.

***

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NOTA: El origen del árbol de Navidad se remonta a cuando los cristianos llegaron al norte de Europa. Se dice que San Bonifacio (680-754), evangelizador de Alemania, tomó un hacha, cortó un árbol que representaba al Yggdrasil y en su lugar plantó un pino, que por ser perenne simbolizaba el amor de Dios. Luego lo adornó con manzanas (haciendo referencia al Pecado Original) y velas (por la luz de Dios). Conforme pasó el tiempo, las manzanas y las velas se transformaron en esferas, luces y otros adornos. Después se agregó la tradición de poner regalos para los niños bajo el árbol, enviados por San Nicolás, Santa Claus (y Papá Noel) o los Reyes Magos, dependiendo de las costumbres. 

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