Relato juevero: contamos tres

 

Buon giorno!

Mujer de Negro nos propone una convocatoria muy interesante para este primer jueves de Octubre: desarrollar un relato a partir de la tercera fotografía que tenemos almacenada en nuestro celular, ya sea desde la cámara, descargas, whatsapp o cualquier otra aplicación. Para evitar el comodín, me fui directamente a mis descargas de Twitter y conté:

Uno, dos... tres.

Y este ha sido el resultado:

 

 

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Autoría (?)

 

                CREAMPIE                  

Cuando llegué a casa por la tarde te encontré en la cocina cubierta de pies a cabeza de harina.

—¿Qué estás haciendo, amor? —Intenté aguantar una carcajada.

Te giraste y respondiste, muy digna:

—Me apetecía preparar algo de pastelería, así que busqué en Internet la receta de un pastel de crema y me puse manos a la obra.

—¿En qué paso te encuentras exactamente?

—En el primero. —Levantaste el mentón para mirarme a los ojos, orgullosa—. Estoy preparando la masa quebrada.

—¿Y cómo puede ser que haya más harina en ti que en la masa?

Te retiré un mechón de pelo blanco tras la oreja.

—Tuve que pelearme con la bolsa.

—Ah.

Debajo del delantal solo llevabas las bragas, blancas de encaje. Mi polla se puso dura al instante y murmuré:

—Yo también quiero preparar un pastel de crema.

Te empujé suavemente hacia atrás y te ayudé a quedar sentada en la encimera. Seguidamente te desaté el delantal para que quedasen al descubierto tus pechos, grandes y redondos. Alcancé más harina y la esparcí sobre ellos, masajeándolos con los dedos. Tú gemiste, dejándote hacer. Te bajé las bragas y me incliné para comerte el coño, dulce y suave. En cuanto tus piernas comenzaron a temblar me incorporé de nuevo.

—Cuando la masa ya está lista viene el relleno, ¿verdad?

Me desabroché los pantalones lo suficiente como para liberar mi erección. Orienté la punta hacia tu sexo y me froté para extender la lubricación, como si fuera almíbar. Jadeaste al comenzar a penetrarte y cuando mis huevos chocaron contra tu culo te susurré al oído:

—Estás tan caliente como un horno.

Te follé despacio y profundo, bebiéndome cada uno de tus deliciosos gemidos. Conseguí que te corrieras una, dos, tres veces. Tras el tercer orgasmo quedaste medio tumbada en la mesa, con las piernas dobladas y levantadas, así que aproveché para acelerar el ritmo.

—Relléname...

Tu orden fue como el gatillo de una pistola y me corrí dentro de ti, tan abundantemente que el líquido blanco desbordó entre tus labios.

—Creampie... Tú eres mi pastel de crema favorito.

  

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