Relato juevero: inspiración

Las reglas del juego

1. I-N-S-P-I-R-A-C-I-Ó-N  

2. Anotamos sólo las consonantes → N-S-P-R-C-N y buscamos una palabra que empiece con cada una de ellas. En mi caso también he contado la última N.

3. Para cada palabra, construimos una frase que la incluya.

4. Buscamos el hilo conductor de las frases para construir nuestra historia.

5. Sólo está permitido modificar los artículos, determinantes, pronombres y tiempos verbales.

Mis palabras y frases

Novia → Primero fue su amante, luego su novia y ahora iba a convertirse en su esposa.

Sueño → Su sueño era establecer la paz en el mundo.

Princesa → La Princesa Peach no era la damisela en apuros que todo el mundo pensaba.

Reír → Él le hacía reír tanto que las estrellas titilaban con sus carcajadas.

Corazón → Hay que seguir lo que dicta el corazón.

Nunca → Nunca subestimes el poder de una mujer.

Mi relato juevero

 

     LA    PRINCESA     PEACH      

© Logan Cure

En un planeta muy, muy lejano, en una galaxia muy, muy lejana, gobernaba una princesa tan dulce como un melocotón: La Princesa Peach. Tenía el cabello dorado, los ojos azul zafiro, la sonrisa roja como una piruleta, y su color favorito era el rosa. Como gobernante era justa y risueña, a veces un poco terca, pero su pueblo siempre la adoraba. Lo cierto es que en su planeta no existía el hambre, las guerras o la violencia hacia ningún ser vivo; sin embargo, no se podía decir lo mismo del resto del Cosmos. Por esa razón, desde pequeña su sueño era establecer la paz en el mundo. ¿Pero cómo conseguirlo definitivamente?

La Princesa Peach no era la damisela en apuros que todo el mundo pensaba. Cuando cumplió los dieciocho años, cambió su vestido por el traje de cuero y se subió a su moto dispuesta a recorrer el Camino del Arco Iris. En sus aventuras conoció a una familia de fontaneros con un acento muy curioso. ¡Eran bastante majos! Alguno, incluso, intentó enamorarla, pero ella no se dejó distraer de su objetivo; hay que seguir lo que dicta el corazón. También conoció a un dragón verde muy amable y a una princesa tan radiante como una margarita, entre otros muchos personajes.

Pasaron años luz hasta que llegó al final del Arco Iris, consiguiendo restablecer la paz interplanetaria... Hasta que llegó al último planeta. Se trataba de un lugar lúgubre, cubierto de roca y océanos de lava. Su gobernante era como un dinosaurio antropomorfo gigante con caparazón; tenía pinchos, cuernos, colmillos, garras, ojos y pelo rojo. Pero la princesa no se amedrentó. Como le decía su madre: nunca subestimes el poder de una mujer.

Al principio Bowser intentó echarla. La Princesa Peach le dio una paliza y lo hizo prisionero de su propio castillo para que entrase en razón. Conversaron durante mil días sobre Política, Filosofía, Física... pero también sobre sus gustos y aspiraciones personales, conociéndose mejor. Él le hacía reír tanto que las estrellas titilaban con sus carcajadas, y en la mil y una noche le entregó su corazón.

La Princesa Peach recorrió de nuevo el Camino del Arco Iris, esta vez acompañada. Primero fue su amante, luego su novia y ahora iba a convertirse en su esposa. Celebraron la boda en el Reino Champiñón, invitando a todo el Cosmos. Cuando fueron a marchase a la Luna de Miel, Bowser la sostuvo entre sus brazos y dijo: «Sólo tú has conseguido que saliera de mi caparazón, Princesa Peach... Mi Reina.»

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