Relato juevero: El viaje (im)posible

El lugar del inicio y del final

Cuando llegué a aquella taberna me encontraba exhausta pero feliz. Loguetown era tal y como me esperaba. El bullicio del pueblo, el interesante paseo marítimo, la perezosa base de la Marina y la imponente plaza de ejecución, donde veintidós años atrás Gold D. Roger había sonreído mientras decía sus últimas palabras:

¿Mis riquezas y tesoros?

Si lo quieren es suyo, ¡búsquenlo!

Lo dejé todo escondido en «ese» lugar.

Me recorrieron escalofríos sólo de imaginarlo.

Obviamente yo no había asistido a aquel momento -¡entonces ni siquiera había nacido!- pero la leyenda se había propagado por todos los mares. Así había comenzado la época dorada de la piratería, las diversas tripulaciones volcadas en el búsqueda del One Piece en el Grand Line.

Sin embargo, a mí eso no me interesaba.

O sea, está muy bien el oro, pero yo busco otro tipo de gloria.

Yo soy la mujer que escribirá la mejor historia sobre piratas.

Le pedí al hombre de la barra una jarra mientras estudiaba los mapas que había conseguido. Ahora lo único que necesitaba era una tripulación y un barco. Tenía mi bolsa llena de Bellys, pero aun así no estaba segura de que fueran a servir de mucho. ¿Cómo iba a comprar la lealtad o la amistad? Eso tendría que ganármelo.

Di un gran trago a la espumeante bebida y continué observando el mapa. Es curioso, pensé, que Loguetown fuera el lugar donde había nacido y muerto el último Rey de los Piratas... El lugar del inicio y del final.

Fui a dar otro trago cuando alguien entró en la taberna y gritó:

¡Una ejecución!

¡Va a empezar una ejecución!

Se me resbaló la jarrá de entre las manos y, agarrando mi bolsa de viaje y mis katanas, salí al exterior. El cielo se había cubierto de grandes nubarrones negros, la presión tan baja que oprimía el pecho. Corrí por las calles siguiendo a la marabunta y al viento. Efectivamente, en la altísima estructura del patíbulo se encontraban dos figuras: un payaso portando una gran espada de verdugo y un joven con un sombrero de paja inmovilizado de cabeza y manos en el cepo de madera. Los relámpagos bordeaban las nubes y entonces el Sombrero de Paja exclamó:

 ¡Yo soy el hombre que se convertirá en el Rey de los Piratas!

Su voz retumbó en la plaza y en nuestros corazones. Justo en ese momento aparecieron un espadachín con tres katanas y un hombre rubio con un cigarrillo humeante entre los labios, lanzándose a combatir contra la tripulación enemiga para socorrerle. Pero la plataforma estaba demasiado lejos y el payaso seguía dispuesto a llevar a cabo su venganza. Alzó su espada y el Sombrero de Paja dijo sus últimas palabras:

Zoro.

Sanji.

Usopp.

Nami.

Lo siento...

Estoy muerto.

Y alzó la cabeza todo lo que pudo y sonrió.

La espada cayó y un gran relámpago destruyó la plataforma. Todo se volvió blanco momentáneamente. Luego conseguí ver cómo el sombrero de paja había salido volando y el joven, riéndose, lo atrapaba desde el suelo y se lo colocaba en la cabeza. ¡Imposible! ¡Estaba vivo! 

Comenzó a llover copiosamente. Me di cuenta de que estaba llorando de pura emoción y pude ver cómo el Capitán se reunía con sus nakama, atravesaban la plaza y se dirigían hacia el puerto.

Instintivamente los seguí. Los marines también perseguían a los piratas, pero no eran adversarios lo suficientemente fuertes como para conseguir detenerlos.

Ya en el puerto, logré ver cómo levaban anclas y escapaban. Me fijé en su bandera... Quizás aquella era la última señal que indicaba que mi aventura acababa de comenzar.

NOTA: Este relato está ambientado en el mundo de One Piece del autor Eiichirō Oda. El manga comenzó a publicarse en la revista japonesa Weekly Shōnen Jump el 22 de julio de 1997 (Shueisha publica los capítulos en volúmenes) y el primer episodio del anime se estrenó el 20 de octubre de 1999. Actualmente el manga tiene 96 volúmenes y el anime 928 capítulos, y ninguno de los dos están finalizados. Particularmente, para este relato me he basado en el episodio 52. De momento llevo vistos 214 capítulos y sólo puedo decir que es una de las mejores historias que he tenido la oportunidad de conocer, y por suerte aún me queda mucho viaje por delante.

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