26-07-1958 ❤ 24-03-2025
And in the endThe love you takeIs equal to the love you make
Toca cerrar esta convocatoria juevera sobre el Amor de barrio.
LA PLAZA DE LAS CASAS ROSAS
Cuando Valentín llegó a aquel país con nueve años, lo odiaba.Se había criado en una casa de campo, con sus establos y graneros, sus tractores y campos, su cielo estrellado y noches silenciosas. Por el contrario, su nuevo “hogar” era un apartamento encerrado entre edificios y asfalto, desde donde era imposible ver el cielo y que siempre estaba envuelto en ruido.También odiaba su nuevo colegio. Principalmente por la barrera del idioma. Luego, porque más de un niño intentó burlarse de él por su peso; ninguno lo consiguió, pues ante el lenguaje universal del bulling existía el lenguaje universal de los puños. Eso le costó su primera expulsión.Al entrar en el instituto le derivaron directamente a la clase de Diversificación. «La clase de los divertidos» la rebautizaban sus estudiantes. Allí conoció a Walter y a Pol, a los que en un principio también odiaba. Al menos, hasta que fueron expulsados —por enésima vez— y acabaron en la plaza de las casas rosas, compartiendo los cigarrillos que Pol le había robado a su padre mientras escuchaban rap, pues según Walter era la mejor manera de perfeccionar el idioma.Así, el chico con la piel más oscura y el chico con los ojos más azules le descubrieron los secretos del barrio: la pista de skate al lado de las vías del tren, los callejones donde pillar droga, los locales donde emborracharse y las mejores zonas del parque donde liarse con chicas.Y conforme Valentín vivía en el barrio, el barrio comenzó a vivir en él.Era un barrio viejo, laberíntico; un barrio obrero, barriobajero. Sus residentes eran tan diversos como el planeta; y, como ocurre en todo el mundo, había gente mala y gente buena. Los edificios y muros estaban decorados con grafitis. Debido a que se podía aparcar libremente en la calle, por las tardes no había sitio ni siquiera en los descampaos; en cambio, a las cinco de la mañana los huecos eran tan evidentes como los dientes que le faltan a un niño. Contaba con dos grandes centros de salud, multitud de escuelas e institutos, parques y plazas.Sin embargo, de una forma u otra Valentín, Walter y Pol siempre acababan en aquella plaza de las casas rosas, fumando, escuchando rap y soñando con un futuro mejor.