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MARY NOEL
"Naughty boys deserve to be punished ❤" Becky Mastery / Twitter: @BeckyMastery |
Tom
entró en su apartamento con las mejillas sonrojadas, las orejas congeladas y el
pelo negro decorado con copos de nieve. Había salido a tomar algo con sus
amigos y, conforme se acercaba la hora de la cena, el grupo se había
desintegrado para ir al encuentro con sus familias. Al fin y al cabo, ¡era
Nochebuena!
Sin
embargo, este año Tom no tenía a nadie con quien celebrarla. Sus padres,
jubilados, habían decidido viajar a las Bahamas para huir del frío; y como él
tenía que trabajar, ni siquiera lo habían invitado. Su hermana mayor estaba
embarazada y había preferido quedarse en casa con su mujer, mientras que su
hermano pequeño había hecho sus propios planes con un grupo de la Universidad.
En cuanto a sus abuelos, desgraciadamente habían fallecido hace años, y con sus
tíos y sus primos había perdido totalmente el contacto.
Suspirando,
Tom dejó el abrigo y la bufanda en el armario de la entrada, y se internó en el
salón sin dar la luz; lo único que le apetecía era jugar a “La Ventana
Indiscreta”.
Ah,
¿que no sabes de qué juego se trataba? En seguida lo entenderás...
Amparado
por la oscuridad, Tom se sentó en una silla frente al gran ventanal del salón y
se dedicó a observar a sus vecinos del bloque de enfrente, igual que hacía el
personaje de James Stewart.
Como
si quisieran exhibir ante todo el mundo sus celebraciones, la mayoría de las
viviendas tenían las persianas subidas y las cortinas abiertas de par en par;
luces de todos los colores iluminaban las estancias. En el 1º Izquierda el
cabecilla de una numerosa familia ya había repartido la cena y la estaban
disfrutando tranquilamente. En el apartamento de su derecha, un niño había
tenido la mala fortuna de tirar su plato; sus padres le gritaban, así que
lloraba desconsoladamente, y el perro estaba aprovechando el estropicio para
darse un festín. Justo encima de ellos, un matrimonio de ancianos que ya se
había ido a dormir encendía las luces preguntándose de dónde provenía todo ese
barullo, puesto que en el 2º Izquierda un joven matrimonio también había
abandonado la cena a mitad y estaba discutiendo acaloradamente; Tom sabía que
ella llevaba tiempo invitando a otro hombre a su piso en cuanto él se marchaba
a trabajar, así que supuso que el cornudo se acababa de enterar de la
infidelidad. En el 3º Izquierda había tantas personas en el salón que no cabía
un alfiler, mientras que en el 3º Derecha dos hermanos se alternaban una
cachimba mientras escuchaban rap de temática navideña. En el 4º piso los
vecinos parecían estar compartiendo la celebración, y pasaban de un apartamento
a otro con bandejas y regalos. En el 5º Derecha una familia de cuatro
integrantes, dos padres y dos adolescentes, veían Juego de Tronos, y en
el apartamento de su izquierda la única estancia iluminada era el dormitorio.
Tom
alcanzó los prismáticos que se encontraban colgados del respaldo y enfocó en su
dirección; una mujer de mediana edad estaba tumbada en la cama con las piernas
abiertas hacia la ventana, masturbándose con una magic wand.
La
boca se le secó de repente y la polla palpitó contra sus vaqueros. Desde que
había comenzado a jugar a “La Ventana Indiscreta”, aquella vecina había
despertado un interés especial en él. A juzgar por su forma de vestir, siempre
con traje, tacones y abrigos caros, debía de ostentar un puesto importante en
alguna empresa. Trabajaba de nueve a cinco, y por las noches disfrutaba de su
sexualidad tanto a solas como acompañada por hombres y mujeres. A sus ojos era
mujer libre, empoderada y sexy.
Conforme
pasaban los años, Tom se había dado cuenta de que no tenía los mismos gustos
que sus amigos; estos solían ligar con chicas mucho más jóvenes que ellos y preferían
que fueran inexpertas en temas sexuales.
«¡Desvirgar
a una chica es maravilloso! —Decía su amigo Jesús—. Contarle al oído todo lo
que le vas a hacer, tocarla y que intente apartar tus manos porque el placer
que está sintiendo es demasiado intenso, dejarla empapada y gimiendo que la
folles de una vez... Ir despacio al principio, y luego ponerte duro. Y si
además consigues que se corra, te dejará que le hagas todo lo que quieras. ¡Es
perfecto!»
A
Tom no se lo parecía. De hecho, pensaba que era bastante reprochable que sus
amigos, que estaban más cerca de los treinta que de los veinte, quedasen con
chicas que acababan de cumplir la mayoría de edad.
Pero
si no era fan del age gap... ¿por qué le ponía tanto su vecina, entonces?
Tom
se había dado cuenta de que lo que más le atraía de ella era su madurez. Si
estar con chicas jóvenes implicaba audacia, imprudencia y cambio, estar con una
mujer madura significaba todo lo contrario: templanza, experiencia y
estabilidad.
Se
imaginaba saliendo con una chica y envejeciendo a su lado, encontrándola más
hermosa a cada año que pasase. A pesar de que las modas promovieran tener un
cuerpo delgado y tonificado, teñirse el pelo, inyectarse bótox y ponerse
implantes, él amaría su celulitis, sus estrías, sus canas, sus arrugas y sus
pechos caídos. Además, creía firmemente que el sexo es como el buen vino, así
que sabía que conforme pasasen los años, más lo gozaría.
Con
los prismáticos frente a los ojos Tom fantaseaba con su futuro, y con la mano subiendo
y bajando rítmicamente entre sus piernas disfrutaba de su presente.
Quizás
por eso no se dio cuenta de que una figura se había materializado en su salón,
hasta que una voz femenina exclamó:
—¡Ho,
ho, ho!
Tom
se sobresaltó y se le cayeron los prismáticos. Tras girarse, intentó guardarse rápidamente
la polla en los pantalones.
—¿Pero
qué...? ¿Quién es usted y qué hace en mi apartamento?
Se
trataba de una mujer altísima y corpulenta, vestida con un vestido rojo con
bordes blancos de lana, medias a rayas horizontales verdes y blancas, y botas
marrones de tacón. Bajo el típico gorro de Navidad, su pelo estaba rizado en
mechones blancos como la nieve, pero su rostro no indicaba que fuera ni joven
ni vieja.
—¿De
verdad no sabes quién soy, Tommy?
Sus
ojos azules brillaron con divertimiento detrás de unas gafas rectangulares.
La
respuesta acudió a su lengua antes de que pudiera plantearse que era una
estupidez.
—Mamá
Noel.
La
mujer chasqueó la lengua.
—Así
es. Pero, por favor, llámame por mi nombre: Mary Noel. También puedes tutearme.
—No
entiendo nada... ¿Estoy soñando?
Mary
se rio y se acercó hasta quedar frente a la ventana; esta tan cerca de él que
pudo el dulce olor a caramelo que envolvía su cuerpo llegó a su nariz.
—¡Ho,
ho, ho! Por supuesto que no. Soy tan real como tú... o como la mujer a la que
estabas espiando —señaló al 5º Izquierda.
Tom
se ruborizó, avergonzado.
—Yo...
—Ahórrate
las excusas, Tommy. En el Polo Norte disponemos de toda la información. Quién
se ha portado bien, quién se ha portado mal... Y cuando llega la madrugada del
día 25, mi marido, Nicolás, se encarga de repartir los regalos, mientras que yo
me encargo de los castigos.
Tom
se estremeció al escuchar la última palabra.
Otra
diferencia con respecto a sus amigos era que, mientras que a ellos les gustaba
dominar sexualmente a sus parejas femeninas, él prefería que lo dominasen. En
terminología de BDSM, se definía como sumiso y también tenía cierta tendencia
masoquista, a pesar de que aún no había tenido la oportunidad de desarrollarla.
—¿A
qué te refieres con “castigos”? —inquirió con emoción contenida.
—Me
refiero a castigos físicos, por supuesto. Nada más y nada menos que lo que cada
persona merezca. ¿No crees que mereces ser castigado, Tommy?
No
solo sabía que lo merecía, sino que lo deseaba con todo su ser. Por eso respondió:
—Sí,
sí que lo creo.
Mary
volvió a centrar su atención en él, mirándolo desde arriba. Sus labios rojos se
curvaron en una sonrisa.
—¡Maravilloso!
Cuando un chico malo acepta de buen grado su castigo, es muy probable que al
final reciba una recompensa.
Tom
se estremeció sólo de imaginarlo.
—¿Cuál
va a ser mi castigo?
La
sonrisa de Mary se amplió.
—¿Sabes
cuántos orgasmos te ha regalado tu vecina, Tommy? —volvió a señalar por la
ventana. Tom palideció—. Ciento noventa y tres. Así que tu castigo va a ser
recibir el mismo número de azotes. ¿Está de acuerdo?
¡Ciento
noventa y tres! En toda su vida había recibido tantos azotes, y se preguntó si podría
aguantarlo.
—Sí,
estoy de acuerdo.
—Buen
chico. Venga, no me hagas esperar más, que tengo mucho trabajo esta noche... Levántate
y desnúdate, con bajarte los pantalones bastará.
Se
intercambiaron los puestos, Tom quedando de pie frente al ventanal y Mary
sentándose en la silla; su mirada se detuvo en su erección.
—¡Ho,
ho, ho!
Se
quitó un anillo de uno de sus dedos y mágicamente lo estiró hasta conseguir adaptarlo
a la base de su polla. Tom sintió cómo la sangre se le acumulaba y la punta le
palpitaba con más fuerza.
—Este
anillo está fabricado con hebras de mi alma —se dispuso a explicarle—. Mientras
lo lleves puesto, te mantendrás erecto y podrás correrte una y otra vez sin que
te quedes seco. Hablando en plata: tus orgasmos alimentarán mi alma.
¿Por
qué aquello sonaba a parte del castigo en vez de la recompensa?
Mary
también sujetó sus muñecas con un lazo rojo.
—Ahora,
colócate sobre mi regazo.
Se
arremangó las faldas hasta dejar al descubierto por completo sus piernas. Tom
obedeció, doblándose hacia delante con las mejillas ardiendo por la
humillación.
—Muy
bien... así, con el culo en pompa... y la polla entre los muslos.
Tom
gimió al notar sus dedos recorriendo su sexo y luego apretando suavemente sus huevos.
—¡Ho,
ho, ho! Ya estás chorreando. Me pregunto cuántos azotes harán falta para que te
corras por primera vez...
Y,
sin más dilación, el castigo comenzó.
Los
primeros azotes le calentaron la piel. Mary tenía una mano dura, y apenas
azotaba una nalga cambiaba a la otra, contando en voz alta.
—Veinticuatro...
Veinticinco... ¡Ho, ho, ho! Tu culo ya empieza a cambiar de color... Veintiséis...
Veintisiete...
Su
piel pasó de color marmóreo a rosa intenso, y luego a rojo. Ardía y dolía más
de lo que Tom se esperaba, y cuando llegó al azote cuarenta y dos no pudo evitar
empezar a retorcerse. Sin embargo, Mary lo mantuvo en su lugar enredando los
dedos de su mano izquierda en su cabello y empujando su cabeza hacia abajo.
—¿Acaso
estás intentando mirar por la ventana?
Intentó
decirle que no, pero el siguiente azote le arrancó un gritito de dolor.
—Yo
te diré lo que está pasando... Las dos familias del 1º ya han terminado de
cenar; los de la izquierda comen turrón, mientras que los de la derecha han dejado
al niño sin postre. Cuarenta y cuatro... Cuarenta y cinco... En el 2º los
ancianos duermen plácidamente, y el matrimonio se está reconciliando, follando
sobre la mesa. Cuarenta y seis... Cuarenta y siete... Los hermanos del 3º
siguen fumando, y el salón de sus vecinos parece el camarote de los hermanos
Marx. Cuarenta y ocho... Cuarenta y nueve... En el 4º por fin han acabado los
intercambios de comida y regalos; ya sabes lo que dicen, cada uno en su casa y
Dios en la de todos. ¡Cincuenta! En el 5º están asistiendo a la Boda Roja, y tu
crush ha recibido una visita inesperada. ¡Ho, ho, ho!
»Su
amante está vestido como mi marido, pero tiene el pelo más largo y rubio. Le
ofrece su polla como regalo, y ella la acepta de buen grado... Se coloca
bocarriba y permite que el folle mientras se sigue masturbando con la magic
wand. ¡Esta mujer sí que sabe!
Tom
se imaginaba la escena perfectamente. Sin poder evitarlo, apretó más de la
cuenta su polla entre los muslos, y mientras el azote número cincuenta y uno impactaba
contra su nalga derecha, se corrió.
—¡Ho,
ho, ho! Y apenas llevamos una cuarta parte...
Mary
continuó azotándole y narrándole la escena con todo lujo de detalles.
Cuando
superó los cien azotes, las lágrimas se deslizaban incesantemente por las
mejillas de Tom; sin embargo, hacía tiempo que el dolor también había sido
superado por el placer.
—Córrete
para Mary Noel, Tommy...
Su
orgasmo volvió a explotar entre sus piernas y sintió que se desvanecía momentáneamente;
la vista se le volvió blanca y el corazón le latía desbocado en el pecho.
—¡Ho,
ho, ho!
Como
si fuera un muñeco, lo recolocó sobre su regazo de modo que quedase con las
piernas abiertas a cada lado de sus caderas, el torso inclinado hacia delante y
la cabeza a la altura de sus botas. Atrapó su polla entre sus muslos, sin
importarle que le manchase las medias, y aprovechó el líquido viscoso para lubricarle
el ano.
Tom
entró momentáneamente en pánico al sentir uno de sus dedos presionando contra la
abertura.
—¡No,
no, no! Yo nunca... —gimió.
Un
azote le devolvió a la realidad.
—¿Si
fuera tu vecina también te quejarías?
—Yo...
no lo sé...
—Porque
ella no se lo está pensando dos veces a la hora de reventarle el culo a su Papá
Noel.
Aquello
fue suficiente para convencerle.
—Fóllame
el culo, Mary... por favor...
—¡Ho,
ho, ho!
La
mujer introdujo primero un dedo. Estaba tan dilatado... Además, continuó
azotándole desde el nuevo ángulo, haciéndole temblar de pies a cabeza. Pronto sumó
otro dedo, y luego un tercero, hundiéndolos y girándolos en el interior de su
culo hasta estimular su próstata. ¡Uf, se sentía tan bien!
—Ciento
cuarenta y ocho... Ciento cuarenta y nueve...
Cuando
contó hasta el ciento sesenta y nueve, Tom volvió a correrse, expulsando
incluso más semen que la primera vez.
—¡Ho,
ho, ho!
El
escote del vestido era tan pronunciado que sus grandes pechos amenazaban por liberarse
en cualquier momento con sus risas. Sin embargo, los únicas vistas que Tom
podía disfrutar eran las de su calzado y el parqué manchado de corrida.
—Ya
falta menos, Tommy —le aseguró ella dulcemente.
Continuó
follándole el culo mientras le propinaba la última tanda de azotes, y en el ciento
noventa y tres consiguió arrancarle un cuarto orgasmo.
Cuando
el joven dejó de temblar, volvió a recolocar su cuerpo y lo acunó entre sus
brazos. También le desató por fin las muñecas y le quitó el anillo, pero le
sorprendió colocándoselo en el dedo anular.
—Para
que se lo ofrezcas a la mujer que es el amor de tu vida.
—¿Quién...?
—Si
quieres conocerla, más te vale dejar de mirar por la ventana y pasearte por los
mercadillos navideños. Mañana sobre las cinco y media de la tarde estaría bien.
¡Ho, ho, ho!
Tom
asintió, notando que se le cerraban los ojos por el sueño. Intuía que a pesar
del castigo, Mary Noel le acababa de entregar el mejor de los regalos.
Bueno, hoy el insomnio creo que va a durar más de lo debido ajja. Muy buen relato, el video es una pasada. Gracias Dafne, este calendario está resultando una verdadera sorpresa. ... ¡Ho, ho, ho!
ResponderEliminarVaya, siento haber contribuido a tu insomnio *.* Aunque espero que haya valido la pena.
EliminarLa verdad es que he descubierto a Teya & Salena con esta canción y me parecen geniales.
Me alegro mucho de que te esté gustando el calendario. ¡Mil gracias por participar!
Ho, ho, ho
Creo que Tommy no podrá caminar siquiera por los mercadillos luego de tanto castigo :) Y yo que aún veía la Navidad con algo de inocencia como en mi niñez, luego de esta y de tu calendario, seguiré creyendo en la magia navideña, pero de otra forma ;) Y ahora pienso si Mamá Noel practicará esos juegos con su marido en el Polo Norte. No quiero imaginar lo que harán con Rudolph :D Esa mente suya Señorita. La canción muy divertida, un villancico diferente y lo que dice la imagen me suena a otra que vi hace poco, coincidencia?
ResponderEliminarDulces besos para la buena chica. Ho, ho, ho 🎅
El sentimiento de "Navidad" va evolucionando conforme se crece ;) ¡Así puede ser incluso más divertido! Y mágico. Bueno, dejemos a Rudolph en paz... Ya hemos tenido suficiente monster fuck / furro con Krampus.
EliminarSerá cosa del Destino lo de la frase...
Dulces besos para un buen chico. A menos que quieras que te visite Mamá Noel... Ho, ho, ho :3
Ya lo creo que sí ;) Será por eso que Rudolph tiene la nariz roja? :P El destino no sabe de casualidades. En cuanto a Mamá Noel y Lady Krampus, no podrían ejercer su dominio conmigo ;)
EliminarUn dulce beso más por ser buena chica. Voy al día de hoy...
Está claro ellas prefieren las chicas y chicos sub o switch, no Dom ;) Di que en ese caso quizás castiguen de otra manera...
EliminarMás dulces besos pre-Navidad :3