¡Muy buenas, bloger@s!
Estamos de estreno ;) Hace ya varias semanas me rondaba por la cabeza abrir esta nueva sección, pero entre unas cosas y otras... it was practically impossible. Pero bueno, aquí estamos *suspiro*, y este nuevo rincón es el de... MICRORRELATOS.
Para seros sincera nunca antes me había puesto a escribir historias tan breves, y eso es porque de un relato, al final acabo haciendo una novela corta, y luego esa novela corta se me convierte en una novela larga (es decir, en un novelón) que al tener una evolución tanto en personajes como en historia, puede llegar a extenderse en una trilogía o hasta en una saga (que es lo que me está pasando con Alter Ego xD)
Sin embargo, siempre me han llamado la atención. Quizás por esa forma que tienen de contar una historia en muy pocas palabras, con una estructura muy simple y ese uso de la ironía al final. Así que me he dicho: "Dafne, ¿por qué no pruebas?" y me he puesto a ello.
Es muy probable que me pase como con la poesía, que tenga una etapa en la que escriba y luego deje de hacerlo (Que no... que componer poemas no es lo mío, os lo aseguro, aunque aún me quedan algunos de hace varios años que subiré de vez en cuando)
Volviendo a los microrrelatos... aquí os dejo el primero. Espero que os guste y, ¡ya sabéis!, no dudéis en decir lo que pensáis en los comentarios.
...una
niña cuyo pelo tenía vida propia.
Eso
no quería decir que pudiera moverse, agarrarse a cosas o des-implantarse de su
cabeza para dar una vuelta; no, no os hagáis una idea errónea o demasiado
fantástica del asunto, que estamos hablando de un tema muy serio.
Su
naturaleza era, más bien, como la de una planta. Sí, como una planta… Crecía de
su cabeza como cualquier pelo de una persona normal, era largo y pelirrojo, y
su característica más importante era que le gustaba pensar. Le gustaba tanto
pensar y era tan sabio sobre la vida que le decía constantemente sus ideas a la
niña, quien inocentemente las asimilaba como si fueran suyas.
Por
ejemplo: si un día su pelo le hablaba de la filosofía de Nietzsche y le hacía
creer que debía pensar así, ella lo hacía. Si a la mañana siguiente su pelo
quería creer en Dios, ella creía. Si esa tarde el chico que le gustaba a la
niña le pedía de salir y el pelo se negaba porque según él ese niño no era
suficiente para ella, ella se negaba.
Así
paso durante años y años hasta que la niña, que por entonces ya no era tan
niña, agarró unas tijeras y se rapó.
Había
llegado el momento de empezar a pensar por sí misma.
Yo al contrario de ti, no soy de escribir relatos, menos aún novelas, pero a veces pruebo y me sorprendo del resultado. Seguro que a ti te pasa lo mismo al revés. Y me gusta la enseñanza que deja el final de este micro relato, con dibujos y todo.
ResponderEliminarDulces besos sin pelos :D
Me pasa, me pasa ;)
EliminarMe alegro de que te haya gustado este microrrelato y sus dibujos, Dulce.
Dulces besos desmelenados