Relato juevero: la linea 20

¡Hey, hou!

Esta vez Mag es la anfitriona de los Relatos Jueveros, y se le ha ocurrido una genial idea para inspirarnos: coger un libro al azar de nuestra estantería, abrirlo por una página cualquiera y contar hasta la línea 20 para escribir un relato.

Mi elección es Fuego, de Kristin Cashore, una novela que recomiendo muchísimo por su narrativa y su original historia; Fuego es el nombre de una joven que es la última monstruo del reino con forma humana, que tiene el poder de leer la mente y ejercer su influencia sobre otros seres. Su vida cambia completamente cuando una conspiración estalla para derrocar al rey y ella debe ayudarles a resolverla. Fantasía, realismo, aventura, una protagonista maravillosamente creada... ¿Os apetece leerla?

Para picaros un poco más la curiosidad, os dejo aquí la página 173 y el relato inspirado por la frase: "Reconsidérelo, señora. Pondríamos reglas, marcaríamos límites" ; no he podido evitarlo, pero cuadra tan bien con una posible continuación del relato Mar que he decidido escribirla.

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LÍMITES

—¿Perdón? ¿Qué es lo que acabas de decir?

—He dicho que podríamos llegar a un...

Su bofetada hizo que me mordiera la lengua.

—Había oído perfectamente lo que me habías dicho, necio. ¿En serio crees que accedería a un trato con un pirata?

La verdad es que sí, pero no era tan idiota como para decirlo en voz alta. Escupí la sangre.

Cuando me había alejado de aquel muelle, no esperaba que decidiera seguirme con su propia flota, día y noche también, incansable, hasta recuperar lo que le había robado. Admito que cuando me di cuenta de que me acechaba sentí algo extraño en el pecho. Luego su acecho se convertió en una cacería terriblemente molesta que había acabado con mi preciosa "Ojos Azules" confiscada y conmigo mismo atado en el mástil de su navío. "Fuego". Curioso nombre...

—Me has insultado de la peor forma posible, y te prometo que vas a pagar por ello —sus dientes rechinaron y acercó tanto su rostro al mío que me mareé intentando fijar mi mirada en sus ojos.

—Reconsidérelo, señora. Pondríamos reglas, marcaríamos límites. Podríamos utilizar ambos la brújula y el mapa. 

—La única que va a utilizar esa brújula y ese mapa soy yo.

—Entonces, ¿por qué estaban en una vitrina cuando los rescaté? —Bien, había captado su atención—. Además, no te ofendas, pero tú no podrías utilizarlos.
La rabia volvió a llamear en sus pupilas. 

—¿Crees que yo no...?

—Ni tú, ni tu tripulación... Sólo yo sé cuál es su mecanismo y sólo yo puedo desentrañar sus secretos.

—¿Por qué?

—Porque mi madre fue una de sus descubridoras.

Se llevó una mano a la boca por la sorpresa. A mí me sorprendió que la reconociera.

—Tu madre es... Zian.

—¿Eso significa que tenemos un trato?

—Aún hay mucho que negociar... ¡Jared! ¡Lin! Desatadlo.

Puede ser, pero yo ya veía cómo esos límites se movían.

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CONTINUACIÓN: LIBERTAD