Relato juevero: Los 7 pecados capitales

 

   ❤  PURO VICIO ❤  

Con diecisiete años, Walter era todo un experto en malas conductas: dejó los estudios, era perezoso, comía en exceso, se emborrachaba, fumaba tabaco, consumía drogas menos legales, iba a fiestas, se metía en peleas... Ahora, Walter tenía un nuevo vicio.

Su nuevo vicio medía alrededor de metro cincuenta, tenía el pelo rojo como el fuego y los ojos verdes maquillados con kohl.

Su primer encuentro podría definirse, más bien, en un encontronazo. Estaban en una fiesta, por supuesto. Ella le había buscado las cosquillas. Él la había enfrentado, pero ella había reducido sus casi dos metros a la altura de sus zapatos de plataforma; le había mirado con la barbilla alzada, con soberbia, y seguidamente se había marchado, como si no mereciera la pena. Con el paso de las horas, la humillación había dado paso a la furia y Walter la había buscado de nuevo. Volvieron a discutir e incluso llegaron a las manos. Luego a las bocas... ¡Dios! Sus besos eran el veneno más dulce y su cuerpo el pecado más perverso.

Pensó que todo se quedaría en un lío de una noche, dos perfectos desconocidos, pero semanas más tarde coincidieron en el skate-park. Su forma de moverse sobre la tabla era envidiable. ¡Nadie podía seguirle el ritmo! Pero Walter lo intentó, y gracias a sus esfuerzos se ganó su número de teléfono.

Quedaron más veces. Follaban y hablaban. Hablaban y follaban. Le encantaba que fuera mordaz e inteligente, dura y peleona, incluso un poco salvaje, y que estuviera tan jodida como él. Además, compartían los mismos hobbies. ¿Qué más se podía pedir?

Walter le propuso cerrar la relación. Sin embargo, ella no estaba preparada.

—Podemos tener lo bueno de ambos mundos, Walter: ser amigos que follan. ¡Sin compromiso!

—Pero yo no quiero follar con otras personas...

—Pero sí quieres follar conmigo, ¿no? Pues o lo tomas, o lo dejas.

Walter odiaba esa parte de ella. Y se odiaba aún más a sí mismo por no ser lo suficientemente fuerte como para resistirse a la tentación. Pero entonces la veía, con su metro cincuenta, el pelo rojo como el fuego y los ojos verdes maquillados con kohl, y sentía que sus casi dos metros quedaban reducidos a la altura de sus zapatos de plataforma.

Sí... Era puro vicio.

 

 

 

 

 

Los personajes de este relato pertenecen a mi #ProyectoRoL

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