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Capítulo 3. Promesas
Cuando desperté, me di cuenta de tres
cosas.
La primera, el culo me dolía tanto que
dudaba que las marcas fueran a desaparecer antes del martes.
La segunda, mi coño seguía hinchado y
mojado, como si no hubiera tenido suficiente con los sucesos de la noche.
La tercera, Eric no estaba en la cama.
Me incorporé de golpe mientras decenas
de ideas se agolpaban en mi mente. ¿Cómo se me había ocurrido llevar a un
desconocido a casa? Según las estadísticas, una de cada cien personas está
catalogada como psicópata. ¿Y si Eric tenía malas intenciones? Me podría haber
robado, matado, o incluso algo peor. Aunque bueno, si así hubiera sido, ahora
no estaría de una pieza, ¿no? Además, realmente Eric no era un completo
desconocido, ni parecía un psicópata. La cita había ido bastante bien... ¿De
verdad se había marchado sin despedirse?
⁂
Después de hacerme correr con su lengua,
Eric se dispuso a desnudarse. Primero, y muy a mi pesar, se desabrochó el arnés.
Luego se quitó los cargo y la camiseta, descubriendo su piel decorada con
tatuajes, y por último se deshizo de la ropa interior. Disfruté de la imagen de
su cuerpo desnudo mientras él alcanzaba su mochila para extraer varios
condones.
Nos besamos; lento, profundo, devorando
la boca del otro. Eric se tumbó bocarriba en la cama, se puso un
condón y me indicó que me colocase encima. Doblé mis piernas a cada lado de sus
caderas y orienté su polla hacia la entrada de mi coño empapado; la notaba
durísima y mucho más grande que la primera vez que lo habíamos hecho sobre la
moto.
Sentí la punta abriéndome y disfruté de
su longitud hasta que me empalé completamente; ambos dejamos escapar a la vez un
gemido que se convirtió en una sonrisa compartida.
—Venga, empieza a mover ese culazo.
Eric aferró con sus fuertes manos mis
nalgas doloridas para acompañar el movimiento. Yo volví a gemir y comencé a
mover las caderas hacia delante y hacia atrás, buscando que su polla rozase ese
punto de no retorno. En cuanto lo encontré aceleré el ritmo; a los pocos
minutos me invadió el siguiente orgasmo.
—¡Ey, ey! —Eric alargó la mano derecha
hasta colocarla en mi pecho para evitar que me inclinase hacia delante—. No
pares.
Continué cabalgándole, dejándome llevar
por el cúmulo de sensaciones. Cuando me corrí la siguiente vez, arañé su pecho
de arriba abajo y Eric arqueó las caderas hacia arriba, clavándose más en mí.
—¿La siguiente vez... te correrás tú
también? —le pregunté, extasiada.
—Cuando tú me digas.
Le follé, me folló, nos follamos. En mi
cuerpo solo existían tres puntos, y esos eran los que me mantenían conectada a
él.
—Eric, me voy a correr...
Además del vaivén hacia delante y hacia
atrás, su polla entraba y salía de mi coño rítmicamente.
—Pídemelo —me pidió con los dientes
apretados.
—Eric, córrete para mí.
No sabría decir si fueron sus gemidos, su
polla palpitando dentro de mí, la presión que ya tenía acumulada o todas las
opciones juntas, que yo también me corrí.
Por fin permitió que me inclinase hacia
delante y nos abrazamos, saboreando juntos nuestros orgasmos.
Cuando regresamos de nuevo a la
realidad, me hice a un lado para que se quitase el condón. Me imaginaba que
después de aquel tute ya habría tenido suficiente... Abrí mucho los ojos cuando,
tras comprobar, anudar y colocar el condón en la mesita de noche, vi cómo abría
el siguiente envoltorio y se lo colocaba en la polla aún erecta.
—Podemos cambiar de postura, si quieres.
—Yo... No creo que pueda correrme más
veces, Eric.
Con cuatro corridas seguidas ya había
superado mi récord y me daba con un canto en los dientes.
Eric chasqueó la lengua.
—Estoy seguro de que puedes correrte más
veces. —Debió de leer la incredulidad en mi rostro puesto que aferró mis
mejillas con una mano y añadió—: Si quieres que pare de verdad di la palabra de
seguridad. Si no, pienso seguir hasta que quedes completamente cumdumb sobre la cama. Tú decides, Angy.
La palabra de seguridad vino a mi mente:
“luna”. Sin embargo, me di cuenta de que no tenía motivos reales para
utilizarla. ¡Ni siquiera había pensado en ella cuando me había azotado! Así que
ahora... ¿A qué tenía miedo?
—Quiero que me dejes cumdumb —respondí finalmente.
—Buena chica.
Aquellas simples dos palabras provocaban
que mi corazón diera un vuelco.
Nos volvimos a besar y luego Eric se
colocó de rodillas en el extremo del colchón.
—A
tergo —me ordenó.
Obedecí, posicionándome a cuatro patas.
Al instante noté otro azote en el culo.
—Lo siento, no he podido evitarlo. —Se
rió cuando lo fulminé con la mirada. Seguidamente se dedicó a pasar sus manos
por mis nalgas, masajeándolas—. Tienes un culo increíble...
Las separó para mantenerme bien abierta
y volvió a penetrarme. Sus muslos calientes chocaron contra mis piernas, sus
huevos contra mi coño y sus caderas contra mi culo. Se inclinó hacia delante,
cubriendo mi espalda con su pecho. Entrelazó su mano izquierda con la mía,
fijándola en el colchón, mientras que la otra la deslizó entre mis piernas para
alcanzar mi clítoris con la punta de los dedos. Me susurró al oído:
—...y también tienes un coño increíble.
Comenzó a bombear las caderas al mismo
tiempo que me masturbaba. Esa sensación sí que era increíble.
E, increíblemente, pronto tuve ganas de
correrme de nuevo.
—Deseaba follarte así desde que entramos
en la galería de arte... No, desde que nos sentamos en la cafetería... ¡Qué
digo! Deseaba follarte así desde que te vi bailar en Skeleton Moon...
Su voz me envolvía, estimulándome como
si también fuera una mano.
—Eric... —se me ponían los ojos en
blanco de puro placer.
—Si por mí fuera, estarías corriéndote toda
la noche...
—¡Eric!
El quinto orgasmo estalló entre mis
piernas. Eric me sujetó rodeando con su brazo mi cintura y apretando mis dedos
entre los suyos.
—¿Ves cómo podías correrte más? —Susurró
cuando dejé de temblar—. Y aún no hemos terminado...
Me inclinó hacia delante como si
estuviera haciendo una reverencia, con el culo en pompa, y continuó moviéndose.
Hacia delante y hacia atrás.
Hacia delante y hacia atrás.
Su ritmo era implacable. Fuerte. Casi
violento. Me golpeaba el culo dolorido con cada embiste para arrancarme gritos
de placer y los squirt explotaban
entre mis muslos sin que pudiera evitarlo; me había convertido en una masa
informe de placer.
—¡Angy! —gritó mi nombre mientras se
corría por segunda vez.
Estaba tan abrumada por la cantidad de orgasmos
que mi cerebro no procesaba por qué se cambiaba de nuevo de condón.
—Y ahora el broche final...
Me dio la vuelta de modo que quedé
tumbada sobre mi espalda y me abrió las piernas. Se alojó entre ellas,
resbalando en mi interior en el ángulo preciso en el que la punta de su polla
alcanzaba una y otra vez ese punto de no retorno, dándome la sensación de tener
un orgasmo interminable. Nos besamos, ahogando nuestro gemidos, y él no se
detuvo hasta que no estuvo seguro de que cumplía su promesa.
⁂
El rubor cubrió rápidamente mis mejillas
al recordar cómo Eric me había abrazado, empapada, temblorosa y sobre-estimulada,
y yo me había quedado dormida entre sus brazos.
La ropa seguía tirada en el suelo, así
que a menos que se hubiera marchado semi-desnudo en la moto debía seguir en mi
apartamento; creo que esa idea me puso más nerviosa que si se hubiera ido.
Me levanté con cuidado, alcancé el
albornoz de terciopelo negro del armario y me dirigí hacia el pasillo mirando
en todas las habitaciones. Escuchaba ruido en la cocina...
—¡Buenos días, Angy!
Eric se encontraba frente a los fogones,
vestido únicamente con los calzoncillos y un delantal morado oscuro con estampado
de calaveras y corazoncitos. Mi delantal.
—Estooooo... ¿Buenos días?
Las sartenes chisporroteaban por el
aceite, la cafetera comenzaba a silbar y sobre la mesa ya había varios platos
rebosantes de comida.
Me dedicó una de sus radiantes sonrisas.
—Como anoche te robé casi toda la
energía, he pensado en compensarte preparando el desayuno.
Nadie, a parte de mis padres, me había
preparado jamás el desayuno.
—No hacía falta... —comencé a decir.
—Ya te comenté que me gusta cocinar.
Además, nuestra cita aún no ha terminado.
El silbido de la cafetera se hizo más
agudo conforme el agua terminaba de hervir.
—Vaaaale —suspiré, y le devolví
finalmente la sonrisa—. Voy un momento al baño, en seguida vuelvo.
—No tardes mucho —me guiñó un ojo antes
de centrarse de nuevo en los fogones—, el desayuno está casi listo.
La verdad es que olía tan bien que me
había abierto de golpe el apetito.
Atravesé de nuevo el pasillo.
Menos mal que el baño se encontraba en
la otra punta del apartamento y que en cuanto entré había cerrado la puerta,
pues cuando vi mi reflejo en el espejo se me escapó un grito de horror: la base
de maquillaje hacía parches en mi piel, se notaban los surcos negros que habían
dejado las lágrimas de dolor y placer, las sombras de ojos estaban tan
emborronadas que parecían las cuencas vacías de una calavera y el pintalabios
se asemejaba a la sonrisa del Joker. ¿Cómo era posible que Eric no hubiera
hecho ningún comentario al respecto?
Hice pis y me metí en la bañera para
darme una ducha rápidamente. Al terminar me sentía mucho mejor, pero cuando
volví a mirarme al espejo me asaltó una nueva duda: ¿debía maquillarme de
nuevo?
Me resultaba curioso que con Eric me
sintiera más desnuda sin maquillaje que sin ropa. O quizás no era tan curioso...
Al fin y al cabo, las personas con las que había tenido relaciones en el pasado
habían conocido primero mi faceta no-gótica
y me habían rechazado al descubrir mi faceta gótica y kinky. En cambio
con Eric había ocurrido al revés, así que supongo que temía que me rechazase
precisamente por lo contrario.
Pero era absurdo, ¿no? Eric ya sabía que
había piel debajo del maquillaje, ya era consciente de que detrás de las
fantasías había una persona.
Me até de nuevo el albornoz, decidida. Quería
que me conociera tal y como era, sin sorpresas ni complicaciones, desde el
principio. Y de la misma forma deseaba conocerle a él.
Me encaminé de nuevo a la cocina
mientras me peinaba el pelo mojado con los dedos. Eric estaba colocando los
cubiertos.
—Perdón por la tardanza —exclamé nada
más llegar.
Sus ojos verdes se iluminaron al verme.
—La verdad es que me hubiera gustado
acompañarte en la ducha... Pero entonces, se nos habría hecho la hora de la
comida.
—Mejor lo dejamos para otra cita.
Nos sentamos a la mesa y comenzamos a
desayunar. El café con leche era dulce y espumoso, contrastando perfectamente con
el zumo de naranja, ácido y espeso por la pulpa. Los panqueques estaban
esponjosos y el beicon crujiente y sabroso. Pero lo mejor, sin ninguna duda,
eran los huevos fritos, ya que tenían el punto perfecto para mojar pan.
—¡Hum, está delicioso!
—Gracias —sonrió con modestia.
Seguía llevando el delantal, el cual le
confería un aire adorable.
—¿Alguna vez has pensado en estudiar
cocina?
—Sí, pero en restauración no pagan tan
bien como en la construcción. —Se encogió de hombros—. Y con veintiséis años
para veintisiete, quizás es demasiado tarde ponerse de nuevo a estudiar.
—Nunca es demasiado tarde. —Tras darle
un sorbo a mi café, decidí cambiar de tema—. ¿Qué tienes planeado hacer este
fin de semana?
—Ojalá pasarlo contigo. —Me sonrió
pícaramente—. Pero en un rato volveré a mi apartamento, para asearme y
cambiarme de ropa, e iré a comer con mi familia.
—¿A casa de tus padres?
Negó con la cabeza.
—A la de mi hermana. Vive en un pueblo
cercano. Es cinco años mayor que yo, tiene una preciosa esposa y dos preciosos
hijos.
La imagen de Eric rodeado de niños se me
hizo extraña.
—¿Oh, te lo pasas bien con tus sobrinos?
—Suelo dejar que coloreen mis tatuajes,
así que realmente son ellos quienes se lo pasan bien conmigo.
Me imaginé la escena y ambos rompimos a
reír.
—También tengo un hermano —añadió—. Es
el pequeño y está terminando la universidad.
—Me hubiera gustado tener hermanos o
hermanas.
—Como todo, tienen sus cosas buenas y
sus cosas malas. Tan pronto estás discutiendo a muerte con ellos, como amenazas
de muerte a alguien que les ha hecho daño. Pero al final, sabes que son
personas que van a estar siempre a tu lado. O al menos, así es en mi caso.
—Es bonito.
—¿Tú ves a menudo a tus padres?
—No tan a menudo como les gustaría. Mantengo
un par de amistades de cuando fui a la universidad, pero por temas de trabajo casi
ni quedamos. Mis planes del fin de semana son bastante aburridos: hacer la compra,
limpiar, leer...
—Bueno, también es importante tener
tiempo para uno mismo y aprender a estar solo.
—Tienes toda la razón.
Conforme conversábamos sobre unos y
otros temas, el desayuno fue desapareciendo poco a poco de los platos.
—Son casi las once. —Eric sacudió la
cabeza con cierto fastidio—. Debería irme... Al menos, espero que te haya
gustado el desayuno y que no te hayas quedado con hambre.
—El desayuno ha sido como de película —suspiré,
maravillada—, pero la verdad es que sí me he quedado con hambre.
Sus cejas se elevaron en una expresión
de sorpresa y yo sustituí mi silla por su regazo para besarle en los labios.
Eric me devolvió el beso mientras me acariciaba por encima del albornoz.
—¿Y qué más quieres desayunar?
—A ti.
Hice que se pusiera en pie para
desatarle el delantal. Recorrí con la punta de los dedos sus tatuajes...
—¿Me contarás qué significan todos y
cada uno de ellos?
—Vamos a necesitar decenas de citas,
entonces.
—Me parece perfecto.
Me gustaba que estuviera totalmente depilado;
su piel era suave y de vez en cuando notaba el relieve de alguna cicatriz.
Me arrodillé en el suelo de modo que mi
boca quedase a la altura de su polla, que ya se marcaba contra la tela de los
calzoncillos. Me dediqué a besarla por encima, jugando, y Eric hundió sus dedos
en mi cabello aún húmedo. Me masajeó el cuero cabelludo e imaginé que en mi
vida anterior debía haber sido un gato, pues la sensación me excitaba y
relajaba en dosis iguales.
Cuando decidí que ya me había demorado
suficiente, tiré del elástico hacia abajo, provocando que su polla saltase como
un resorte y me golpease la mejilla. Eric me observaba atentamente desde
arriba, mordiéndose el labio inferior, expectante.
Durante la cita me había asegurado que
no tenía ninguna enfermedad de transmisión sexual (precisamente, era donante de sangre), así que no me preocupaba
realizar sexo oral sin condón. Me relamí, sonriendo, y comencé a humedecer su
piel con lametones cada vez más amplios; tenía un sabor ligeramente salado por
el sudor, y me encantaba notar sus venas, pliegues y surcos.
Me acomodé un poco más abajo y dediqué
largos minutos a comerle los huevos, trazando círculos con la lengua,
metiéndome uno y luego otro en la boca, succionando con cuidado. Eric gemía
quedamente y se dejaba hacer, cediéndome totalmente el control. Eso me puso aún
más. En cuanto me aseguré de que estaba bien duro y lubricado, me introduje su
polla en la boca.
—Uf, qué caliente estás, Angy...
Sus dedos se crisparon en mi cabeza.
Situé mi lengua debajo del frenillo, aplanándola, y relajé la garganta para que
pudiera penetrarme más hondo sin que me dieran arcadas. Por un momento pensé
que no sería capaz de metérmela entera, pero Eric dobló ligeramente las rodillas
y basculó la pelvis para cambiar el ángulo y conseguí que mis labios chocaran contra
sus huevos. Su gemido atravesó mi espina dorsal como si fuera electricidad.
Esperé varios segundos, acostumbrándome
a la sensación de tener la boca llena de él y, para qué negarlo, también para
torturarle un poco. Después me retiré de nuevo, lo suficiente para poder mover
con soltura la cabeza hacia delante y hacia atrás; al mismo tiempo, deslicé la
lengua por su tronco y apreté los labios.
Le comí lenta y concienzudamente,
disfrutando al máximo de darle placer.
—Me encanta, Angy...
Y con cada gemido que bebía de él, mi
placer crecía también. Notaba la humedad entre mis muslos apretados, los
pezones duros, el corazón acelerado. Con una mano le agarraba de los huevos y
con la otra del culo, acompañando el movimiento.
—Angy, empiezo a tener ganas... —Me
avisó.
Aceleré el ritmo, aumentando la presión
de la lengua y de los labios. Qué duro estaba...
—Uf, ¿dónde quieres que me corra?
Continué comiéndole.
—¿En tu boca?
Asentí con la cabeza para confirmarlo.
—De acuerdo...
Afianzó su agarre en mi pelo y comenzó a
mover las caderas, buscando su orgasmo. Para demostrarle que yo seguía teniendo
el control, apreté más mi mano entorno a sus huevos y me apliqué con la lengua
en ese tramo que había descubierto que le volvía loco. Eric gemía cada vez más
fuerte; hasta ahora no me había percatado de lo mucho que me gustaba oír a un
hombre gemir.
—Angy... Angy... ¡Me corro!
Su polla palpitó contra mi lengua,
descargando su corrida en mi garganta. Al mismo tiempo un temblor incontrolable
recorrió mi cuerpo, como si también me estuviera corriendo. Tragué con cierta
dificultad y, cuando Eric salió de mi boca, jadeé con fuerza, intentando recuperar
el aliento.
—¿Estás bien, Angy? —Me acarició la
cabeza con ternura.
—Mejor que nunca.
Atrapé con la punta de la lengua las últimas
gotas.
—¿Sigues teniendo hambre?
—Seguiría comiéndote durante horas...
Le miré desde abajo mientras me metía su
polla de nuevo en la boca.
De repente, una melodía comenzó a sonar
y ambos nos sobresaltamos.
—Perdona, es mi móvil.
—¡No pasa nada!
Nos echamos a reír. Eric se colocó bien
los calzoncillos, me ayudó a incorporarme y rápidamente se dirigió al
dormitorio. Me dispuse a recoger los platos para desentumecer las piernas, pues
se me habían quedado frías por el contraste de temperatura con las baldosas.
Pensé que Eric se quedaría en el dormitorio para tener un poco de privacidad,
pero a los pocos segundos regresó con el móvil pegado a la oreja.
—...Ajá, les llevaré golosinas a los
niños... Sin azúcar... Sin colorantes ni conservantes... —Puso los ojos en
blanco cómicamente y tuve que aguantar la risa para que no se me escuchase al
otro lado de la línea—. Ajá... Sí, seguiremos viendo el anime... Y luego
jugaremos en el jardín a convertirnos en piratas... ¡Gina, déjame malcriarlos
un poco, que por algo soy el tío guay! Hum... —Mientras hablaba con la que
supuse que era su hermana, me ayudó a colocar las tazas en la fregadera—. Ajá...
No, no les dejaré acercarse a la moto... La aparcaré lejos de la entrada... Sí,
en seguida voy, que ahora no estoy en casa... ¿En una hora? Échale una hora y
media, mejor... Vale... En un rato nos vemos...Yo también te quiero...
Colgó, suspirando.
—Te ayudo a limpiar y me voy, lo siento.
El deber familiar me llama.
—No te preocupes. —Le sonreí de todo
corazón—. Gracias por ayudarme. Bueno, y por el desayuno... Por la cita, en
general.
—Gracias a ti por aceptar. —Me dio un
beso en la mejilla, lo cual me sorprendió tanto que casi se me resbaló un plato
entre las manos.
Eric se rió entre dientes y se dispuso a
fregar las sartenes.
—¿Qué canción es, por cierto? —le
pregunté.
—¿Hum?
—Tu tono de llamada.
—Ahhhh. Es el opening de Tokyo Ghoul.
Realmente es lo que más merece la pena del anime. El manga está mejor. —Me
escribí a fuego el título en mi memoria para buscarlo más tarde—.Y el anime que
estoy viendo con mis sobrinos es One
Piece.
—Me suena.
—Es la mejor historia de todos los
tiempos. ¡Y no exagero! Quizás, incluso, me esté quedando corto.
—Eso hace que tenga las expectativas muy
altas. ¿No me decepcionaré?
—No creo.
A cuatro manos, pronto terminamos de
recoger la cocina.
—¿Cuándo será nuestra próxima cita?
—Inquirió mientras se vestía en el dormitorio.
—Ehms... ¿Cuándo volverás de casa de tu
hermana?
Su ojos verdes se encendieron.
—Antes de las diez llegaré a mi
apartamento. ¿Tienes algo en mente?
—Como es sábado podríamos quedar en Skeleton Moon. Además, me toca a mí
elegir la fantasía, ¿verdad?
Ya vestido, Eric se colocó frente a mí y
se inclinó hasta que nuestros labios casi se rozaron.
—Verdad.
—Se me ocurren un par de ideas al
respecto —repliqué, tentadora.
—Escríbeme cuando te decidas. Así sabré
si debo preparar algo.
—Buen chico.
Sonrió antes de besarme. Le devolví el
beso... Pero a los pocos segundos Eric se separó.
—Lo siento, Angy. Si continúo, no me iré
nunca.
Asentí con la cabeza, comprensiva.
—Pásalo bien con tu familia.
—Nos vemos esta noche —sonaba a promesa.
—Hasta esta noche, Eric.
"On top" Valeria Ko Art / Instagram: @Valeria_ko_art |
NOTA Os planteo un pequeño juego: Me podéis dejar tres palabras en la bandeja de comentarios, y yo las introduciré en el siguiente capítulo. Pueden ser verbos, adjetivos, sustantivos... ¡Lo que queráis!
¿Os animáis a jugar?
Como siempre, mil gracias por leer.
ACTUALIZACIÓN ¡Muchas gracias por todas las palabras! La lista final es: Musa, dibujante, rapto, cima, puente, arboleda, pissing, putita, manzana, perfecto, ojalá, latido, demonio, serpiente, collar, leotardo de malla, corsé, máscara de cuero, átame, Cruz de San Andrés y tuya.
Ya podéis jugar a buscarlas todas en el siguiente capítulo, ya sea leyendo o con ctrl+F.
Musa, dibujante, rapto.
ResponderEliminarMis tres palabras.
Candente encuentro que tuvieron Eric y Angy, que quedó agotada pero no no saciada de deseo.
Angy no se equivocó en invitarlo a su casa.
Y parece que habrá más encuentros intensos.
Bien contado. Besos.
Apunto las tres palabras, Demi ;P Mil gracias por dejármelas.
EliminarMe alegro de que te haya gustado el capítulo. Todos los encuentros de estos personajes prometen ser intensos.
Un besazo
Es un texto absolutamente sensual. Una cita larga y dichosa que merece más citas y descubrimientos de placer.
ResponderEliminarComo palabras podría sugerirte cima, puente y arboleda, por ejemplo. Un abrazo, y feliz domingo
¡Gracias por las palabras, Albada! Apuntadas.
EliminarEsperemos que haya muchas más citas, sensuales y satisfactorias.
Un abrazo y feliz miércoles
Antes de comentar y luego de leer este contundente capítulo, hay que tomar aire........ Ahora sí, me parece el capítulo más intenso hasta ahora, escenas altamente sexuales que verlas en la mente es fácil ante tu descripción. Pero me pregunto, Eric existirá?, tiene algún defecto? pareciera el hombre perfecto y no me extraña que Angy esté enamorada, aunque a mí me gusta más ella, hasta se siente su ternura al leer. No sé dónde terminará esta historia porque el listón no deja de subir Señorita ;) En cuanto al juego que propones, seré "malo" tal vez, la historia lo amerita. Mis palabras son Pissing, Putita y Manzana ;)
ResponderEliminarDulces besos de manzana Dafne y dulce semana.
*Tomamos aire* Me alegro de que el listón siga subiendo, Dulce (ya te digo, mientras no baje...)
EliminarEric podría existir, quién sabe. Y defectos tiene, ya los iremos conociendo. Por supuesto, lo de "hombre perfecto" depende de cada cual, y me alegro de que te guste Angy.
Uy, uy, qué palabras me dejas... Simplemente con la primera, ya podemos imaginar qué nos depara el próximo capítulo.
Dulces besos de manzana, Caballero
¿Algo puede ser demasiado perfecto? Espero que no.
ResponderEliminarA la espera del siguiente capítulo ;-)
Besos.
Me dejé las palabras, perdón.
EliminarPerfecto, ojalá y latido. Estas son mis palabras.
Besos otra vez.
¡Hola, Dev!
EliminarEstamos sincronizadas jajaja
Como le decía a Dulce, supongo que la perfección depende de los gustos ;)
Mil gracias por las palabras, las apunto y las incluiré en el siguiente capítulo.
Un besazo
Es buenísimo, Dafne. Se siente cada escena, cada mirada, cada palabra gruesa como una caricia.
ResponderEliminarNo lo he leído una vez. Lo he disfrutado dos veces y te felicito de verás.
Prefiero esto a la comida japonesa 🤪 y es que hay comidas y comidas.
Este hombre es demasiado bueno☺️
Yo, en las palabras, te lo voy a poner fácil: Demonio, serpiente y collar.
No pases mucho calor, paisana.
Un beso enorme y mil gracias por compartir semejante texto.
Aisss, me alegro de que te haya gustado, Mag, tanto como para leerlo más de una vez *////*
EliminarRespecto a la comida te responderé con un dicho en ruso: губа не дура! (literalmente: "el labio no es tonto", para expresar que sabes lo que quieres, que tienes buen gusto)
Palabras apuntadas, mil gracias por dejármelas ;P
Según dicen vuelven a subir las temperaturas. ¡Así que con cuidado!
Un besazo y gracias a ti por leer.
Me voy poniendo al dia, he parado la lectura y he ido a por una copa, ha sido genial. Abrazos
ResponderEliminarUn plan 10/10, Ester. Me alegro de que te guste ;P
EliminarUn abrazo
Hola Dafne, ¿cómo estás?
ResponderEliminarWow ¡Menuda pareja! La ambientación de la continuación ha sido espectacular, ¡me encantó, rezuma imaginación! Has sabido narrar muy bien el sexo, la conexión entre amantes, la conexión de la protagonista consigo misma y su desenfrenada sexualidad. Las tres palabras: leotardo de malla, corsé y máscara de cuero. Espero el siguiente capítulo.
Un abrazo!
¡Hola, Yessy! Atareada con el trabajo después de las vacaciones, pero bien :3
EliminarMe alegro mucho de que te haya gustado y espero que te animes a seguir la historia de Eric y Angy.
¡Gracias por las palabras! Apuntadas.
Un besazo
Hola preciosa, un relato lleno de pasión, de esos orgasmos imparables, incontables y que mejor disfrute, que todo lo que cuentas...es la mejor dieta, el mejor cardio :) y el mejor menú como no, cuando el otro contigo se complementa no hay final, ni descanso.
EliminarLas ganas nunca se sacian...
Mis palabras Átame!! Cruz de San Andrés !! Tuya!!
Besitos preciosa, me ha dado hambre, sed de todo...así que voy a poner la mesa :) ❤️
Preciosa quitamos Tuya ya vi esta en relatos anteriores... Como estuve maliya no lo leí en su día.
EliminarSería entonces Collar, Cruz de San Andrés y Argollas.( Porque Átame quizás ya se empleó.)
Deseando leer como continua estáa historia de amor y pasión.
Que tanto me ha gustado :)
Más besitos cuídate
¡Hola, Cora!
EliminarUn millón de gracias por leer y comentar :3 Me alegro mucho de que te esté gustando la historia (de momento tiene pocos capítulos, pero son largos e intensos)
Mag ya ha propuesto la palabra "collar", así que si te parece bien me quedo con las tres palabras que apuntaste en el primer comentario: "átame", "Cruz de San Andrés" y "Tuya".
Espero que vayas mejor de salud. ¡Ánimo y fuerzas!
Un besazo enorme